¡Cómete la ola de calor!

Hace pocas semanas estábamos suspirando porque llegara el verano y los días de sol. Ahora, metidos de lleno en él, nos quejamos de las olas de calor que nos agotan y nos hacen añorar los días frescos en que nos acurrucábamos con una manta en el sofá viendo llover tras el cristal.

Dijo el filósofo francés Emile  Chartier que "Sólo hay una forma de resistir el frío, estando contento de que haga frío", pero como dudo mucho que todos consigamos "estar contentos de que haga calor" (sobre todo tanto calor), veamos al menos algunas recomendaciones a tener en cuenta para hacerlo más llevadero.


Ropa ligera, abanicos, aire acondicionado, duchas, baños en playa y piscinas (a veces incluso en fuentes urbanas),... muchas son las armas para luchar contra una ola de calor, pero lo más esencial y que nunca debemos olvidar en estos casos es un elemento que siempre tenemos muy presente en nuestro blog, aunque a veces sea el nutriente más olvidado: el agua
Las altas temperaturas cambian nuestra alimentación

Las altas temperaturas hacen que perdamos más agua por sudoración y es necesario reponerla mediante la ingesta de líquidos en forma de zumos naturales, verduras frutas, infusiones, y, principalmente, de agua. Los refrescos y en general las bebidas azucaradas no son aconsejables porque favorecen la deshidratación. Frutas, verduras y bebidas isotónicas (si no hay contraindicación médica al respecto) nos ayudarán además a reponer las sales minerales perdidas en el sudor.

Es esencial estar muy pendientes de los principales grupos de riesgo: los niños y los ancianos

Los niños

En los menores de 2 años la proporción de agua  oscila entre el 70 y el 80% de su peso corporal, mientras que en los adultos entre el 50-60%, es por ello  que los primeros necesitan beber más agua que los segundos. Si a ello sumamos que,  si son de corta edad, no serán capaces de pedir el agua y que, también según la edad, tendrán una actividad física mayor que la nuestra por lo que sudarán más, es fácil entender que son un grupo con alto riesgo de sufrir deshidratación durante una ola de calor.

Los lactantes no necesitan beber agua, la obtienen de la leche, pero sí debemos ofrecerles tomas más frecuentemente, aunque sólo sea de un par de traguitos entre las comidas principales. La madre lactante debe poner especial atención en su propia hidratación para que la producción de leche no se vea afectada.Cuando el niño toma ya alimentación sólida es importante ofrecerle agua a menudo sin esperar a que la pida.

Los ancianos

En este grupo de edad, el problema es que la sensación de sed está bastante reducida; los ancianos no sienten la necesidad de beber tanta agua como los  jóvenes. Por otra parte, también la incontinencia urinaria hace que muchos mayores eviten el consumo de líquidos, sobre todo si van a estar fuera de casa.

Además las personas mayores sufren una serie de cambios renales que hacen que pierdan gran cantidad de agua por la orina pero sin que ésta elimine muchas sustancias de desecho, por lo que necesitarán beber más  para eliminar por ejemplo la misma cantidad  de urea y sodio que las personas de menor edad.
El agua es fundamental en la dieta del anciano

 En ancianos con problemas de movilidad, dificultades de la visión o alteraciones cognitivas habrá que estar extremadamente atentos a que hagan un consumo adecuado de líquidos y a los síntomas de una posible deshidratación entre los que se encuentran orina escasa, ojos hundidos, boca pastosa, aletargamiento, confusión, elevación de la temperatura corporal, hipotensión,... Es importante constatar que la mortalidad debida a deshidratación  en ancianos sin tratar a tiempo oscila entre el 40 y el 70%.

En las residencias de ancianos se hace imprescindible un buen control de la hidratación, ya que los residentes presentan en su mayoría algún deterioro cognitivo o de la movilidad que les impide ocuparse de ello por sí mismos. En los años en que he trabajado con mayores, ninguno de ellos me ha pedido nunca un vaso de agua, ni se ha quejado de sed, aunque sí de calor. Es necesario por ello que se establezcan unas momentos fijos del día en que se ofrece al anciano agua, infusiones o zumos de frutas para completar la ingesta de líquidos que realiza en  las comidas principales. Los problemas de disfagia también son muy frecuentes y se solucionan añadiendo al agua gelificantes que hacen posible que la consuman sin atragantarse.

Ideal para tu dieta: zumos de verduras y frutas


Además, y esto sirve tanto para los ancianos, generalmente polimedicados, como para todo aquel que esté en tratamiento farmacológico, debemos tener en cuenta que existen medicamentos que aumentan el peligro de deshidratación como  por ejemplo los diuréticos, laxantes y sedantes. Lo mismo ocurre con las  patologías  que cursen con fiebre, vómitos y/o diarreas.

En cuanto a la alimentación, la naturaleza es sabia y todos sabemos que cuando tenemos que soportar altas temperaturas nuestro apetito disminuye. No hay que forzarse a comer, ni a uno mismo ni a los niños o ancianos que estén a nuestro cargo, pero tampoco hay que descuidar la nutrición. Para ello existen platos muy frescos y  completos como las ensaladas (¿ya te has descargado las recetas?) cuya variedad y originalidad solo está limitada por nuestra imaginación, el gazpacho, el salmorejo, los zumos de frutas y batidos, ... Durante una ola de calor es conveniente comer cantidades pequeñas a menudo para evitar las comidas copiosas y elegir platos ligeros pero completos basados en frutas y verduras, con lo que favoreceremos también la hidratación.

En el próximo artículo os recomendaré una selección de sopas frías nutritivas y ligeritas para este verano... ¿te lo vas a perder?

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